sábado, 16 de enero de 2016

Adolescentes, estudiantes sin ánimos

La verdad es que es un vergüenza que los jóvenes de hoy en día nos tengamos que dar por vencidos en materia de estudio por la precariedad en el empleo actual y para que encima nos digan que somos “pasotas”.

Considero que este adjetivo no nos define, pues si realmente lo somos, muchos no pasaríamos la mayor parte de nuestro tiempo estudiando, y es que, como nos dicen nuestros padres “esa es tu obligación y antes del ocio está estudiar y si no a trabajar”.

Pero, como anteriormente he dicho, nuestras esperanzas se ven frustradas por la crisis. Dentro de un par de años nos encontraremos en la universidad (los que vayamos), lugar donde, por lo que los universitarios actuales nos comentan, estaremos en un continuo bucle de estudiar, ir a la universidad, hacer trabajos y  hacer exámenes dificilísimos que la mayoría de la gente suspende, lo que conduce a un 0% de vida social y, por si fuera poco, nos dicen que la matrícula cuesta un riñón y que para cuando nosotros entremos serán aun más caras. Pero eso no es todo, mucha gente, después de tanto esfuerzo, no encuentra trabajo.


Así que, por todo ello y mucho más, nos sentimos engañados por las instituciones, que dicen que las cosas están mejorando. Creo que no vemos las mejoras porque trasladamos nuestros problemas a las instituciones.

Además, en el texto se comenta que durante la adolescencia se vive una “crisis”, la conocida “edad del pavo” en la que nos volvemos un poco antisistemas, pero creo que no existe para nosotros, sino para los adultos que tienen que soportar nuestros cambios repentinos de carácter.



La mayoría de nosotros no queremos cambiar el mundo, porque pensamos que nos viene grande por culpa de que desde siempre se nos ha dicho que eso es cosa de adultos, de políticos y eso hace que haya tan pocos emprendedores que sean jóvenes pero siempre hay excepciones, como en el texto se comenta.
 


En el texto se nos califica de infantiles, consumistas, críticos, de moral relajada y con una vida de entretenimiento y de series, afirmaciones ciertas; pero las cuales creo se exceden demasiado y los que nos califican de ese modo deberían hacer un poco de autocrítica, porque seguro que ellos quisieran también llevar una vida como la que califican que nosotros llevamos.


En definitiva, los adolescentes no somos como quieren que seamos, pero tampoco somos como dicen que somos. Los adolescentes tenemos nuestros divertimentos y también nuestras obligaciones, como todo el mundo, y por ello somos ni mejor ni peor que nadie.