miércoles, 19 de abril de 2017

Bendito olor a incienso

El olor a incienso que en esta tarde de Viernes Santo me inunda, me hace recordar aquella primera vez que entré aquí, en mi Parroquia, de la mano de mi abuela. Una mano ya con esos cayos propios de la edad y del trabajo bien hecho durante toda su vida en la granja y en el campo. Recuerdo ese telón rojo que cubría un retablo añejo que estaba siendo restaurado y unas lámparas negras que ya han desaparecido de ese techo.

Ese olor a incienso es el mismo que me recuerda a ese maldito año en el que por inclemencias del tiempo no me dejaron ver a mi San Juan en las calles de mi pueblo aquel mismo año en el que en los brazos de mi abuelo no pude ser sujetado mientras que veía a ese Jesús Preso, ni a esa madre llorando de Dolor ni ese Prendimiento. Bendito olor a incienso, que hoy soy yo el que lleva a las calles de mi pueblo.