martes, 22 de enero de 2019

Capítulo 2. ¿Por qué los niños son así?

Por qué los niños son así es el segundo capítulo en el que se pone en duda los consejos de los expertos en criar a los niños, en los últimos doscientos años se han producido grandes cambios.
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El autor, que es un pediatra de dilatada trayectoria profesional, nos va explicando a lo largo de este capítulo que las personas que fueron tratadas con cariño en su infancia se convierten en adultos más pacíficos, más comprensivos, más amables, más sanos y más felices y hace valer la idea que aunque existen muchas culturas en el mundo, coinciden en lo esencial. 

Carlos González afirma que es la selección natural es lo que hace que cada animal cuide a sus hijos de la mejor manera posible, pero que en el ser humano esta conducta no depende solo de la información recogida en los genes (por ello afirma que todas las culturas del mundo coinciden en lo esencial), sino también del aprendizaje y de la cultura. Con todo esto se refiere a que los modelos internos de apego se transmiten entre generaciones (transmisión intergeneracional del apego).

En este capítulo se pone en duda los consejos de expertos y se afirma que a veces lo mejor es lo más simple y lo más lógico, pero que para saber cómo cuidaban los hombres que no tenían influencia cultural tendríamos que fijarnos en qué tipo de animales somos y cómo crían a sus hijos los animales del tipo al que pertenecemos. Y es que los bebés humanos son totalmente dependientes hasta que tienen varios años de su madre/cuidador (en la alimentación, el contacto, la presencia), la separación de la madre (la falta de contacto físico hace que el niño llore, tenga problemas de conducta o socialización) si no se mantiene el contacto madre/hijo puede provocar a corto y largo plazo problemas para un correcto ajuste socioemocional en el menor. 

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Como se recoge en el capítulo 3 del manual, el modelo interno de apego que los niños y niñas y sus cuidadores y cuidadoras será el modelo para todas las relaciones afectivas que establecerá el individuo durante el resto de su vida y esto se ve reflejado en las conductas de apego: el bebe no quiere ir a la guardería (supone separarse de la figura de apego), no quiere que lo cojamos en brazos (porque quiere estar cerca de su figura de apego) y no quieren dormir solos. Por tanto, es crucial discernir entre los distintos consejos que dan los expertos pensando en qué es lo mejor para el bebé: debemos reflexionar, siguiendo el razonamiento del anterior párrafo que si los animales no dejan solas a sus crías y nosotros en el fondo nos sentimos culpables por dejarlos solos, ¿por qué lo hacemos?¿Confiamos tanto en algunos de los expertos que sus consejos pueden contradecir nuestro criterio propio, por el que criaríamos a nuestros hijos si estos expertos no existieran?

Este autor es partidario del colecho, es decir, de que los cuidadores duerman en la misma habitación o en la misma cama que el bebé; de que el bebé mame a demanda, que cuando llore se le coja en brazos y se le trate con amor y cariño, porque eso favorece que el bebé establezca un apego seguro con sus cuidadores y esto no hará como dicen algunos expertos que se malacostumbre, sino que se forme psicológicamente sano.

En mi caso, me cuenta mi madre que ella en principio siguiendo el consejo de los pediatras me llevó a mi habitación a los seis meses, pero como me despertaba y no la dejaba dormir (además a esa edad todavía mamaba) y también por comodidad para ella. Empezó al principio a compartir mi cama, pero como estabamos muy apretados al final puso dos camas juntas y dormíamos uno al lado del otro hasta que cumplí los 6 años, en la que la maestra dijo en clase que había que ser independientes y que debíamos dormir solos y me sentí aludido. 

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