miércoles, 18 de noviembre de 2015

Texto 2. Violencia, educación y adolescencia.


Vemos cómo la sociedad se asombra y se escandaliza por el presunto suicidio del joven Jokin en Hondarribia. Desde entonces no han cesado las noticias sobre la violencia que ejercen los adolescentes alrededor de sus centros educativos y de los llamados lugares de socialización. No es problema aislado, sino que es más común de lo que puede parecer.

Es ampliamente reconocido que la televisión y el cine ejercen una marcada influencia en el comportamiento de las personas, especialmente en aquellas que se encuentran en la adolescencia. La televisión y el cine a través de los modelos y de los valores que proyectan juegan un papel clave.

Crean necesidades, generan una cultura y valores sociales determinantes, establecen gustos, imponen modas. Siendo así, ¿alguien se extraña de que después de que nuestros niños y jóvenes vean 3 horas y cuarenta minutos de TV, los adolescentes utilicen la violencia como recurso para solucionar conflictos? Cuántos muertos se ven en la pantalla mientras nos tomamos un cocido o un plato de espaguetis. Se calcula que ha habido más de 100.000 muertos en IRAK, que a diferencia de otras guerras han sido televisados en directo. Cuántas películas ven los niños y adolescentes españoles un fin de semana y en las que, para que gane nuestro héroe, han de morir al menos entre veinte y treinta personas, con derroche de efectos especiales y de ketchup por doquier.

Dicen que la TV refleja la violencia que hay en la sociedad. Cierto. Pero también es cierto que mostrarla no ayuda a mejorar la convivencia, todo lo contrario: puede alimentar aún más los modelos violentos y retroalimentar el gusto por la violencia.

Como dice Gustavo Bueno la ’telebasura’ arrastra un sistema de valores, «diferencian lo que hay que barrer de lo que hay que respetar». Sólo habría que hacer un esfuerzo para identificar los indicadores que puedan identificar este género. Prometen los códigos de autorregulación de las televisiones, pero me temo que chocarán con las audiencias. Ahora que tenemos la navidad a la vuelta de la esquina, es un buen momento para saber elegir: un buen libro, aunque sea para los padres y madres.
                                                JUAN FRANCISCO DELGADO MORALES, ABC (adaptado)


TEMA: La educación violenta dada en los adolescentes provocada por la televisión y el cine.

RESUMEN: El autor informa sobre distintos ejemplos que incitan a la violencia en cine y televisión. Opina que esto no debería ocurrir, porque lo que se está reflejando es la violencia que hay en la sociedad y esto no ayuda a su disminución, sino que la incrementa.

ESTRUCTURA: En este texto, podemos identificar 4 partes. Presenta una estructura deductiva, pues la tesis aparece al principio. La primera es la introducción, en la que el autor explica con el ejemplo del suicidio de un joven las diferentes formas de violencia que existen en la sociedad y la cual se extiende desde el principio hasta la línea 4. A continuación, podemos encontrar la tesis que defiende; en la que se dice que la televisión influencian nuestros comportamientos, sobre todo los niños y adolescentes. Después, encontramos el cuerpo argumentativo, en el que podemos encontrar argumentación, en general, emotiva y el que da argumentos de hecho, pues se basan en hechos constatables y morales, pues se basa en que la sociedad en general opina. En el primero, explica el poder que la televisión y el cine tienen sobre el comportamiento y la educación de la juventud actual. Se extiende desde el final de la tesis hasta la línea 17. Tras esta tan extensa parte, se encuentra la conclusión, la cual ocupa las últimas 6 líneas del texto, y en la que se hace una reflexión sobre lo que debemos hacer ante tanta educación violenta ofrecida por televisión y cine.

COMENTARIO CRÍTICO.

Este texto ha aparecido en el periódico nacional "ABC" y es un texto periodístico que pertenece al subgénero de opinión de artículo de opinión, pues el texto ofrece la opinión de un periodista sobre un asunto de actulidad.
Podemos encontrar argumentación emotiva, pues lo que intenta es convencer al lector con argumentos que apelan a sentimientos; aunque el primero es de hecho; pues se basa en hechos constatables y el segundo, moral, porque se basa en lo que la sociedad en general opina.

En el primero de ellos, defiende el verdadero poder que la televisión y el cine tienen sobre el comportamiento y la educación de todos, pero especialmente en la juventud actual. En el segundo, dice que una de las cosas que provoca es el aumento de la violencia, pues emite imágenes y contenidos que la fomentan.

En primer lugar, me gustaría manifestar mi absoluto rechazo a la violencia que se da en los jóvenes y que me encantaría que en todos los institutos se hiciera lo mismo. Si no damos a conocer nuestro rechazo, estos jóvenes tal vez crean que es algo normal, por así decirlo. No es para nada un comportamiento aceptable, aunque, como en el texto se defiende, es algo más común de lo que muchos pensábamos.

Me parece del todo inaceptable que en el siglo XXI, todavía estemos teniendo que soportar el famoso bullying, que aunque parezca cosa nueva por el origen inglés del término es lo que, por desgracia toda la vida ha estado ocurriendo en la mayoría de nuestros centros educativos. 

Tal vez, el manifiesto televisivo pueda agravar estos hechos, pero soy de la opinión que defiende que si no se explican las cosas con claridad, como que esto se considera un delito que se puede denunciar, quizá la víctima ni se entere de lo que, desgraciadamente, está sufriendo.

La televisión es una herramienta más; para bien y para mal, desde 1965, en España hay televisión, y sirve para estar informado y también para entretenerse. No todos estos programas son telebasura, sino que hay muchos, entre ellos "Para todos la 2", en el que se divulga la ciencia, por lo que también sirven para educarnos. Además, hay filtros de edad, y muchos de los televisores traen incorporada la función de bloquear la emisión de ese canal durante la duración de ese programa que supera el límite de edad que hemos establecido.

La verdad es que hay muchas formas de evitar que los niños tomen de la televisión una actitud violenta, y que esta no es la principal causa de estos comportamientos. Pueden ser aprendidas de otros modos, que nada tienen que ver con la televisión. Es cierto que nos condiciona, al igual que la educación recibida, pero no por ello, vamos a ser de una manera o de otra. Todos somos un mundo, por lo que evitar estos comportamientos depende de cada uno de nosotros.


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